domingo, 6 de noviembre de 2016

Generalmente las segundas partes son peores que las primeras, pero el ser humano a veces siente que va a explotar de tanta duda, incertidumbre, entonces quiere saber.
Y va y averigua, a la fuerza, intenta forzar esa puerta que ya se cerró hace rato pero que, seguramente vaya a abrir aunque no tenga la llave, con un poco de fuerza, va a abrir. E intenta encontrar respuestas para esas preguntas que revolviendo y rejuntando de nuevo cada palabra que se dijo y pudo haber dicho, no aparecen.
Alguien muy sabio dijo que hay puertas cerradas que no hay que intentar atraversar porque, generalmente detrás de una puerta cerrada no hay nada. Y que hay preguntas, que mejor quedarse con la pregunta antes que la respuesta, que es preferible que quede en eso.
Y no hay nada.
Así que me quedo con la pregunta
porque la respuesta
ya poco importa.

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